domingo, 18 de octubre de 2009

Volver sería buena idea.

Una página de unas Luces de Bohemia me recuerdan un domingo casi lunes lo mucho que añoro París. Al margén de todo tópico turístico es una ciudad de la que nunca me canso. Y se me había olvidado.
Mierda. Quién me manda a mi releer a Valle Inclán, y esas palabras de un ser inexistente pero profundamente sensible que un día, tan hebrio como el mismísimo Bukowski, levanta su copa, y gustando el aroma del ajenjo, suspira y evoca el cielo lejano de París.
Piano y violín atacan un aire de opereta, y la parroquia del café lleva el compás con las cucharillas en los vasos. Después de beber, los tres desterrados confunden sus voces hablando en francés. Recuerdan y proyectan las luces de la fiesta divina y mortal. París! ¡cabaretes! ¡ilusión! Y el ritmo de las frases, desfila, con su pata coja.
Definitivamente escribir engancha . Definitivamente la noche nos cambia. Definitivamente, echo de menos París.

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