martes, 16 de marzo de 2010

Las cosas, claras.

Veamos muchachos y muchachas. Hasta aquí hemos llegado. Entiendo la clase de mundo en el que creéis que vivís y la hipócrita sociedad en la que os veís envueltos. Por eso no creo que lo más inteligente sea juzgar, pero vamos a ver, ¿Qué somos?
O más bien, ¿qué sois?

Ante quíen pretendes quedar bien. De qué pretendes esconderte. Por qué haces lo que no te gusta, por qué dices lo que no piensas, por qué piensas tanto y actúas tan poco, por qué me juzgas a mi si al fin y al cabo eres igual que yo, sólo que con un poco más de miedo.
Por qué te reprimes, si te estás haciendo daño. Por qué te mientes, ya que a mi no consigues mentirme. Por qué criticas con esas ganas, si no te hace ser mejor persona. ¿Quién te ha dicho que lo hagas? Ya que al fin y al cabo, cada uno de tus insignificantes actos están condicionados por un protocolario manual de cómo encajar en una mierda de puzzle que teneís montado al que por cierto, le faltan bastantes piezas, y yo no soy una de ellas.

Te sientas un día y reflexionas sobre esto, pero no se lo cuentas a nadie. Es más fácil quejarte por una serie de costumbres que están aquí con nosotros sin venir a cuento. Un poco de demagogia, una pizca de hipocresía y miedo en cantidades ingentes.
Qué bonito sería el mundo si...si qué? Si un día os vais a intoxicar con la mierda racista, clasista, homófoba y retrógrada que sale de vuestra boca, eso sí, muy bien disfrazada de sentido común.

No pretendas que todo esto cambie si tú no mueves el culo. Y mucho menos critiques a quién mueve el culo por ti, imbécil.

No hay comentarios:

Publicar un comentario