domingo, 15 de noviembre de 2009

Mucha gente

...decide aferrarse al pasado, protegerse de dios sabe qué entre paredes invisibles.

Una vez formaron una habitación, en la que rieron, lloraron, sufrieron y disfrutaron. En la que pelearon y discutieron. Una habitación sin ventanas. Cuando tenían miedo salían y cerraban la puerta, pero no con llave, ya que sino sería imposible volver a entrar. Cambiaban de habitación, recordando la anterior, por lo que inconscientemente pintaban las paredes de esta nueva estancia del mismo color que la anterior, y decían haber aprendido de los errores (¡Inconscientes ilusos!) eso sí, lo demostraban de maneras ridículamente idiotas. Cambiaban los muebles de sitio para no golpearse al entrar, o se calzaban para no resbalar. Idiotas, tirad a la mierda los muebles o poner una puta alfombra.

Días, meses, años más tarde, recordaban ya no una, sino dos habitaciones, jactándose de su experiencia, demostrando Nada disfrazada de sabiduría.

Uno tipo un poco más listo pensó que ya era hora de cambiar, que los problemas no desaparecían, sino que se quedaban encerrados sin llave en esas habitaciones ahora abandonadas. Por lo que tiró una pared, sintiéndose así libre y original. Todos le admiraron y comenzaron a desatar su rabia contenida durante años pagando a martillazos sus errores contra las paredes. El ruido era perfecto, por fin un cambio.

Terminaron cansados. Miraron a los lados viendo sus errores desprotegidos, ahora todos juntos en una gran habitacion llena de recuerdos demasiado materializados. Se veían a si mismos en su pasado. Melancólicos y nostalgicos se compadecían de si mismos, hartos de intentar ser un poco más felices. Nadie les dijo que todo podría haber sido mejor si hubiesen construido ventanas. O simples huecos para dejar un resquicio a la esperanza.

Pero lo triste no era el afanoso y fallido intento por mejorar su situación.
Lo verdaderamente triste, es que nadie les dijo que la solución era mucho más sencilla que sufrir, que llorar, o que recordar un pasado ya inexistente. Nadie les dijo que tenían que haber salido de aquella casa. Deslígate del pasado como si fueses a convertirte en estatua de sal al mirar hacia atrás.

Sois tantos...tantos paralizados por el miedo que os produce el cambio, engañados por la falsa protección de la pared invisible de vuestra habitación sin sentido.

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