martes, 24 de noviembre de 2009

Sencillo placer.

Apoyaste tu cabeza en mi hombro y empezaste a contar preocupaciones de las que yo me reía por lo que tu te enfadabas y me dejabas de dirigir las palabras que no me gustaban, siempre he preferido miradas de reojo mientras te contaba cuentos que te tanto intentabas pedir en tus noches de locura acariciando situaciones sensuales sexuales comicoeróticas sin un manual de instrucciones básicas obvias anecdóticas. Parpadeabas y me hacías cosquillas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario