lunes, 14 de diciembre de 2009

Un martes

Aunque el solsticio aclaraba su cara y sus ideas, ella no quiso abrir los ojos, prefirió darse la vuelta, aquel día no quería despertar.
En algo deben clasificarse los días amargos. Y es que demasiadas batallas perdidas dejan sin fuerzas hasta al más intrépido y apocado explorador. Puñaladas disfrazadas de juegos inocentes quedaban escondidas tras las sábanas calientes de su cama. ¿Cómo esperar que levantara cabeza? Pobre pañuelo de lágrimas ajenas, siempre en segundo lugar, soportando el recuerdo de haber sido el single mas vendido en el tiempo más breve, aquel que tanto tararearon y del que poco tardaron en cansarse para volver a sus antiguas listas de reproducción. Ella no era una puerta de emergencia. No lo merecía.

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